"Garimpeiro"
Performance realizada dentro del encuentro Performance corpo, politica, tecnologia, organizado por Corpos Informáticos en Brasilia en el año 2010.
LLEVANDO UN MENSAJE SUBLIME NO SABEMOS PARA QUIÉN, DEPREDANDO TODO A NUESTRO PASO
Los garimpeiros trabajan destruyendo todo lo que la naturaleza tardó miles de años en desarrollar, arrasando, contaminando y matando indígenas por toneladas de oro y piedras preciosas, por detrás las multinacionales financiando y llevando clandestinamente la producción a Bélgica o a Reino Unido, no somos más que garimpeiros...
Los garimpeiros trabajan destruyendo todo lo que la naturaleza tardó miles de años en desarrollar, arrasando, contaminando y matando indígenas por toneladas de oro y piedras preciosas, por detrás las multinacionales financiando y llevando clandestinamente la producción a Bélgica o a Reino Unido, no somos más que garimpeiros...
ANSIOSA MELANCOLÍA
http://www.saladestar.com/catala/00_inicio/02_grac/grac00/grac00.html
Tristeza nostálgica y suave, deseo profundo de no saber lo que queremos, eterna adolescencia.
El tiempo es un fantasma que nos atormenta, nos espera y nos precede, inaprensible, nos recuerda a la muerte y a la vida.
El reloj marcando inútiles unidades de medida nos induce a encuentros forzados y a despedidas graves, violenta estructura, abrupto comienzo, inevitable final.
Daniel Toso, Barcelona, 2005
La plaza del reloj, en Gracia (Barcelona), el monumento al tiempo rehabilitado, sin ninguna reflexión actual, este es el campo del proyecto a desarrollar para el GRAC! 2005. Cambiar la idea de aprehender el tiempo:
time isn´t money
CITAS
La ansiedad, lejos de proceder de un desequilibrio nervioso, se apoya en la constitución misma de este mundo, y no vemos por qué no estaríamos ansiosos en cada instante, dado que el tiempo mismo no es más que ansiedad en plena expansión, una ansiedad de la que no distinguimos el comienzo ni el final, una ansiedad eternamente conquistadora.
E. M. Cioran, Ese maldito yo. Tusquets editores, Barcelona, 2002.
TIEMPO m. El devenir como sucesión continuada de momentos.
(...) el tiempo vivido no es sólo antropomórfico, sino también subjetivo. La experiencia interior temporal de la persona particular no es mesurable de ningún modo, o mejor, no se la puede expresar (describir, captar) con la cantidad de tiempo transcurrida. Cada uno sabe como puede suceder que el tiempo "no pase nunca" o bien que "vaya muy rápido", y cómo estas experiencias temporales interiores no tienen ninguna correlación con el tiempo efectivamente transcurrido , con la cantidad de tiempo medido n base a una convención social.
El tiempo vivido es una función de la carga o de la ausencia (del vacío) de experiencias interiores del sujeto. Es decir, la experiencia interior temporal varía según el grado de saturación de experiencias interiores o con su ausencia. Pero esto no significa que la proporción deba ser siempre directa. Hay horas en que vivimos cosas muy importantes para nuestro destino, horas que determinan mi vida más que algunos largos años. Pero este hecho puede producir dos distintas o incluso opuestas experiencias interiores temporales. Las horas cargadas de acontecimientos pueden ser sentidas como "extremadamente largas" porque en ellas ha sucedido "muchísimo", o bien - y por el mismo motivo- como "extremadamente breves". Es sobre todo el contenido del acontecimiento el que establece si la experiencia interior será "muy larga" o "muy breve". Si soy torturado para que confiese, cinco minutos pueden parecerme una eternidad; por el contrario, las horas felices transcurren como minutos. Y lo mismo vale para la experiencia interior de la ausencia de acontecimientos. Cuando estoy esperando algo bello, los minutos de la espera me parecen días: son minutos vacíos, que "no pasan nunca". Por el contrario, cuando miro hacia atrás mi vida sin acontecimientos, tengo la sensación de que ha "volado", los decenios se reducen a breves instantes.
En la experiencia interior temporal tienen una particular función la fantasía, la memoria, la imaginación. Proust testimonia cómo es posible revivir en la memoria la vida entera en un breve instante. El tiempo de la memoria es la más subjetiva de las experiencias interiores temporales. Lo que yo revivo, en efecto es irreversible; el recuerdo es simplemente un momento de esta irreversibilidad, y objetivamente no es nada más. El tiempo vivido es, por tanto, subjetivo porque es mi tiempo; cada persona tiene un tiempo vivido distinto. Sin embargo, no hay que creer que los contactos sociales no influyan en el tiempo vivido de los sujetos particulares. Cuanto más numerosos son los hechos importantes, cuanto más numerosos son los hechos importantes, cuanto más ricos son de contenidos los contactos humanos (relaciones), cuanta más iniciativa individual, acción autónoma, reflexión, es requerida a los hombres por el mundo, tanto más "denso" será el mundo interior de los particulares (pero sólo en la media), más tiempo vivirán los particulares en el curso del mismo fragmento de tiempo. En el arte esto parece siempre muy claro. En las novelas los acontecimientos de varios años a veces son condensados en pocas páginas, mientras que luego aparecen distintos capítulos en los que se describe la historia (determinante para el destino de los personajes) de una jornada o quizá de una noche. Resulta así evidente que son del todo independientes del mundo, de las sociedades, el momento y el número en que se producen aquellos "instantes cargados de contenido" más largos que los años.
Sociología de la vida cotidiana, Ágnes Heller. Ediciones Península, Barcelona, 2002.
Tristeza nostálgica y suave, deseo profundo de no saber lo que queremos, eterna adolescencia.
El tiempo es un fantasma que nos atormenta, nos espera y nos precede, inaprensible, nos recuerda a la muerte y a la vida.
El reloj marcando inútiles unidades de medida nos induce a encuentros forzados y a despedidas graves, violenta estructura, abrupto comienzo, inevitable final.
Daniel Toso, Barcelona, 2005
La plaza del reloj, en Gracia (Barcelona), el monumento al tiempo rehabilitado, sin ninguna reflexión actual, este es el campo del proyecto a desarrollar para el GRAC! 2005. Cambiar la idea de aprehender el tiempo:
time isn´t money
CITAS
La ansiedad, lejos de proceder de un desequilibrio nervioso, se apoya en la constitución misma de este mundo, y no vemos por qué no estaríamos ansiosos en cada instante, dado que el tiempo mismo no es más que ansiedad en plena expansión, una ansiedad de la que no distinguimos el comienzo ni el final, una ansiedad eternamente conquistadora.
E. M. Cioran, Ese maldito yo. Tusquets editores, Barcelona, 2002.
TIEMPO m. El devenir como sucesión continuada de momentos.
(...) el tiempo vivido no es sólo antropomórfico, sino también subjetivo. La experiencia interior temporal de la persona particular no es mesurable de ningún modo, o mejor, no se la puede expresar (describir, captar) con la cantidad de tiempo transcurrida. Cada uno sabe como puede suceder que el tiempo "no pase nunca" o bien que "vaya muy rápido", y cómo estas experiencias temporales interiores no tienen ninguna correlación con el tiempo efectivamente transcurrido , con la cantidad de tiempo medido n base a una convención social.
El tiempo vivido es una función de la carga o de la ausencia (del vacío) de experiencias interiores del sujeto. Es decir, la experiencia interior temporal varía según el grado de saturación de experiencias interiores o con su ausencia. Pero esto no significa que la proporción deba ser siempre directa. Hay horas en que vivimos cosas muy importantes para nuestro destino, horas que determinan mi vida más que algunos largos años. Pero este hecho puede producir dos distintas o incluso opuestas experiencias interiores temporales. Las horas cargadas de acontecimientos pueden ser sentidas como "extremadamente largas" porque en ellas ha sucedido "muchísimo", o bien - y por el mismo motivo- como "extremadamente breves". Es sobre todo el contenido del acontecimiento el que establece si la experiencia interior será "muy larga" o "muy breve". Si soy torturado para que confiese, cinco minutos pueden parecerme una eternidad; por el contrario, las horas felices transcurren como minutos. Y lo mismo vale para la experiencia interior de la ausencia de acontecimientos. Cuando estoy esperando algo bello, los minutos de la espera me parecen días: son minutos vacíos, que "no pasan nunca". Por el contrario, cuando miro hacia atrás mi vida sin acontecimientos, tengo la sensación de que ha "volado", los decenios se reducen a breves instantes.
En la experiencia interior temporal tienen una particular función la fantasía, la memoria, la imaginación. Proust testimonia cómo es posible revivir en la memoria la vida entera en un breve instante. El tiempo de la memoria es la más subjetiva de las experiencias interiores temporales. Lo que yo revivo, en efecto es irreversible; el recuerdo es simplemente un momento de esta irreversibilidad, y objetivamente no es nada más. El tiempo vivido es, por tanto, subjetivo porque es mi tiempo; cada persona tiene un tiempo vivido distinto. Sin embargo, no hay que creer que los contactos sociales no influyan en el tiempo vivido de los sujetos particulares. Cuanto más numerosos son los hechos importantes, cuanto más numerosos son los hechos importantes, cuanto más ricos son de contenidos los contactos humanos (relaciones), cuanta más iniciativa individual, acción autónoma, reflexión, es requerida a los hombres por el mundo, tanto más "denso" será el mundo interior de los particulares (pero sólo en la media), más tiempo vivirán los particulares en el curso del mismo fragmento de tiempo. En el arte esto parece siempre muy claro. En las novelas los acontecimientos de varios años a veces son condensados en pocas páginas, mientras que luego aparecen distintos capítulos en los que se describe la historia (determinante para el destino de los personajes) de una jornada o quizá de una noche. Resulta así evidente que son del todo independientes del mundo, de las sociedades, el momento y el número en que se producen aquellos "instantes cargados de contenido" más largos que los años.
Sociología de la vida cotidiana, Ágnes Heller. Ediciones Península, Barcelona, 2002.